lunes, 6 de mayo de 2019

Gata gris



En el filo de la noche, la gata gris atraviesa la ventana por primera vez, entreabierta. Se encarama consternada hasta el tejado. Suena un tintineo familiar que acompaña cada segundo sus pasos.
La luna refleja su figura ensalzada. Arruga su hocico ante su propio pellejo distorsionado e irreconocible. El vaho de su boca empaña los edificios que hay ante sus ojos.
Desde la ventana de su hogar tienen otro aspecto. El normal. Estos son otros edificios. Más ennegrecidos, con socavones más grandes y tuberías chorreantes. La imagen aunque desconcertante, la resulta más real
Retoma el movimiento con su particular y ahora endiabladamente disonante melodía y un escalofrío recorre su espina dorsal.
Un sonido quedo parece surgir de lo más hondo de su garganta. Un sonido de lo más subrealista.
El ulular del viento parece contestar a su quejido y de sus patas salen reactivas unas protuberancias excesivamente cortas pero bien afiladas, que antes no había tenido. Probándolas en el asfalto parece dibujarse en su hocico, una medio sonrisa sardónica.
Un sonido casi imperceptible resonó en sus oídos y un instinto reprimido y muy urgente la retorció el cuerpo. Clavó sus ojos al instante en el lugar donde localizó ese estímulo.
Una rata.
No recordaba haber visto antes algo así. Pero sus colmillos parecieron endurecerse en el interior de su boca. El gemido que escapó tímido anteriormente en su garganta, quedó sepultado por ese bufido explosivo, que paralizó al animal que tenía ante sí.
Su cuerpo se torsionó y saltó con exquisita gracilidad sobre la calidez y humedad de su presa.
En ese fugaz momento, todo su cuerpo se sacudió como si una pesada capa de piel, hubiera caído bajo sus patas. Con palpitaciones aún en sus sienes y siendo consciente por fin de su propio ser, sus pupilas fueron dos focos fulminantes en la noche. Los bigotes cubiertos de sangre, al igual que sus patas, fueron dejando pequeñas huellas carmesís por la azotea.
Su paso dejó de ser taimado y pasó a ser cadente y sinuoso. La maldita música volvió a sonar insoportable.  Su garra eficiente, rasgó el lazo con el cascabel. Rodó hasta acabar en un charco. Se acercó pausada y vio por fin su reflejo en él. Su pelaje gris, era ahora negro ala de cuervo.


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