miércoles, 31 de julio de 2024

Ohne Dich (Flashforward) (Parte 3)

 



El sabor ocre del vial recorre mis labios, lengua y baja por mi garganta. Todo se enlentece un poco más. Las luces led de la lámpara de araña que tengo sobre mí, se clavan en mis retinas doloridas, intento parpadear pero lo hago de forma enlentecida. Cada sutil movimiento, es como una tortura, en la posición de indefensión en la que me encuentro, atada sobre la mesa de obsidiana negra. Se oyen a lo lejos, sonidos inconexos de armas automáticas y gritos… y todo está tan lejos ya… yo lo estoy. Estoy escapando de todo, salvo de su olor. Jürgen está muy cerca. Intento hablarle pero no logro hacer que de mi garganta salga sonido alguno. Solo puedo tragar de forma lamentable y arquear un poco el cuello.

-       -  Leah… Leah.. -sus palabras se entremezclan con recuerdos de hace siglos ya. Aquella noche cuando me dí cuenta de que me había enamorado de él. Él ya lo sabía desde hace más tiempo que yo, básicamente, desde el principio. ¿Cómo podría ser de otra forma? El depredador de Overloocker… olió mi debilidad por él y se abalanzó sobre mí. Su ego no pudo contenerse, por reclamar a su presa. Lo que yo creí que era en ese momento, amor. Qué patética.

Oigo el sonido de un inyector y Jürgen emite un débil gemido. Giro lentamente la cara y le veo entre lágrimas, cómo cauteriza su herida. Sobrevivirá. -Sonrío débilmente. Cómo no iba a hacerlo…-. Los latidos de mi corazón se han ido ajustando a la danza de la muerte, que ahora mi sangre ha marcado como compás. Y aún así, un latido asincrónico bombea con relativa fuerza ante el conocimiento de que él viviría.

Sus ojos grises se detienen en mi sonrisa, ya casi desaparecida, incapaz de mantenerla por más tiempo. Una sombra de duda cruza por su mente. Lo sé. Siempre le he leído con facilidad. Miedo. Lo rechaza de un plumazo ante la evidencia. Sigo amarrada de pies y manos… y me muero. No puedo herirle.


Mis dedos intentan acercarse a su mano. Ya no tengo control sobre mis lágrimas, fluyen profusamente. Podría mentirme y fingir que es por la vida que se me escapa… pero no. Eso ya carece de importancia para mí. Hace tiempo lo hizo. Fluyen por su traición. Y aún así, mi cuerpo desea un último contacto con él. Con el ser que desde que puso su mirada sobre mí, supe que acabaría con mi vida. Le veo pensar. Él se da cuenta de que le busco. Ya está fuera de peligro, baraja que sea una trampa, pero la desecha casi al instante. Le vuelvo a mostrar mi necesidad por él. Me deshago de la máscara de odio que llevaba puesta. ¿De qué vale ya mentirnos, querido? Me has dado jaque mate. Sigo amándote como el primer día. Te necesito… Su mirada gris se enciende, como la primera vez. Se relame felinamente, de forma inconsciente. Se incorpora y veo como le he encendido también físicamente. No lo oculta. Se apiada de mí y libera mi muñeca derecha y sujetándola sin esfuerzo, pone mi mano sobre su erección, para demostrarlo. La suelta y cae inerte golpeándose contra la mesa. Gimo sutilmente ante el dolor intenso de mis huesos contra la superficie. Le es indiferente, le soy indiferente. Vuelvo a ser una presa para él. He desatado a su bestia. Me sonríe lascivamente y se encarama sobre la mesa, sobre mí. Baja sutilmente la mirada para abrirse la bragueta y esos instantes… vuelve la rabia.. ya casi no la siento, pero un latido que no tocaba,  aparece un poco más fuerte y logro que mis dedos se mueven hasta mi boca entreabierta. Cuando vuelve a mirarme, esta cae nuevamente contra la mesa. Su mano izquierda atrapa mi muñeca cercándola contra la mesa y la diestra oprime mi cuello.

-        -  Te…. -mi voz suena totalmente destrozada-.. -Jürgen abre los ojos. Le he vuelto a sorprender. Muevo como puedo mi cuerpo, incitándole de una forma lastimera. Noto que eso le excita sobremanera. Como tantas veces me demostró… Su mirada ya está perdida. – Te… vie.. – Un surco de saliva recorre la comisura de mis labios, que junto a las lágrimas deben de darme un estado de vulnerabilidad extrema a sus ojos. A la vez que de excitación. Desea devorarme, y lo hará… pero siento su curiosidad. La sientes, querido…

Suelta mi dolorida muñeca, que aferraba con fiereza, se inclina sobre mi cuerpo, se tumba sobre mi pecho, y pone su oreja derecha a escasos centímetros de mis labios. Mi aliento le golpea en él.  Con las últimas fuerzas que tengo, cortesía de mi rabia más profunda, logro articular una corta frase, mientras mis dedos se introducen en su boca entreabierta.

-        -  Te.. vienes.. conmigo.

 



 


miércoles, 12 de junio de 2024

The End... (Flashforward) (Parte 2)

 


Traspasando las puertas automáticas negras con espejos, un hall con forma de decaedro y suelo carmesí brillante me da la bienvenida. Iluminado con candelabros, contrasta lo moderno con lo gótico, de una forma exquisita. Mis tacones metálicos resuenan cuando avanzo con paso firme hasta el fondo. Una mujer oriental de origen sintético, me da la bienvenida en varios idiomas.

-        -  Habitación 79 -susurro mientras pongo sobre el mostrador una torre blanca de ajedrez. La oriental vestida de raso blanco clava sus ojos cibernéticos y escanea mi retina izquierda. Hace un amago de sonrisa y me da una tarjeta magnética con la forma del hotel totalmente negra y un número pequeño y carmesí. 79.

La cojo, inclinando sutilmente la cabeza y me dirijo a la parte izquierda, donde integrada en la pared se encuentra el ascensor. Lo llamo y no tarda en llegar. No hay nadie en su interior. Su forma rectangular y del color de la obsidiana me recuerda momentáneamente a un féretro. Alejo rápidamente la imagen de mi mente y fijo la mirada en el espejo mientras las puertas se cierran a mi espalda. No reconozco a la mujer que tengo delante. Su belleza me es extraña, ya que hace años que no soy vista. Me concentro en los ojos y sus tinieblas me impiden mantener más que unos segundos la vista en su profundidad. Cierro brevemente los ojos y me giro, apoyándome contra el espejo, dejando las emociones detrás, como hasta ahora.


78.. 79.


Justo cuando se va a abrir la puerta del ascensor, saco del bolso un pequeño vial de color púrpura. Lo destapo con los dientes e ingiero el líquido con sabor a fructosa. Mientras se abre la puerta, pierdo durante dos segundos la visión de mi ojo izquierdo, y dos zumbidos en mi oído interno, me dejan sin audición durante el mismo tiempo. Recupero los sentidos en cuanto la puerta se termina de abrir. Ante mí, la puerta 79, similar a la de la entrada del hotel, pero esta mucho más pequeña, automática, y con espejos, está abierta unos quince centímetros en el centro. Miro a mi alrededor y solo hay un pasillo largo y negro, sin ninguna otra puerta aparente. Me asomo y la estancia está en penumbras, iluminada únicamente por las luces de Tokyo en las cristaleras al fondo. Acerco la tarjeta hasta el lector, que se encuentra en la parte izquierda de la puerta. Hace el ademán de abrirse un par de veces, hasta que lo hace totalmente. Escucho un siseo en el silencio en el que me encuentro y noto un pinchazo en el cuello. Todo se oscurece y noto que las fuerzas se escapan de mi cuerpo y caigo.


Me despierto sobre una superficie dura, en posición horizontal. Sobre mí, un alto techo techo y a mi izquierda unos ventanales donde se ven las luces artificiales de Tokyo. Intento incorporarme pero no puedo, estoy amarrada con unas correas por tobillos y muñecas. Un pañuelo de seda negra amordaza mi boca. Miro enfrente y sentado a la larga mesa que me sujeta, está él…

Jürgen está tirado sobre una silla con un vendaje ensangrentado en el pecho desnudo. Viste unos pantalones negros semiabiertos. Su mirada está febril y su pelo despeinado y algo caído sobre sus ojos. Su mano izquierda está apoyada sobre la mesa y empuña un revolver antiguo que apunta hacia mí, de forma distraída.


Hay dos hombres más en la estancia. Parecen la escolta del presidente de Overlooker. Se acercan a mi y comienzan a pasar unos dispositivos de rastreo por todo mi cuerpo. Uno de ellos, mantiene el dispositivo en mi rostro y tras varias pasadas, lo mira fijamente y se lo acerca a él. No ha dejado de mirarme desde que he abierto los ojos. Desvía brevemente la mirada al lector y parece decirle algo al oído. Hace una leve mueca, que puede ser una sonrisa cínica y les pide que salgan de la habitación. El que ha hablado con él, se queda unos instantes dubitativo y luego acata la orden.

Me fijo por primera vez que tiene un vaso en la otra mano, le da un largo trago y dejándolo sonoramente sobre la mesa, se incorpora con relativa dificultad y queda mirándome desde arriba.

-         -Vaya, señorita Wallker, Analista de Sistemas 0890600 -P -dice arrastrando las palabras. Va pasando el cañón de la pistola por mi muslo derecho ahora descubierto. El frío del arma, contrasta con el calor febril de mi cuerpo. Sigue deslizándola hasta llegar a mi ingle y la para sobre mi sexo. Un jadeo se escapa de mis labios. Está a mi lado, a escasos centímetros-. Leah…. -susurra lascivamente-. Dime una cosa.. Leah, ¿aún te masturbas pensando en mí?. -Sonríe cínico y vuelve a controlar su expresión-.

Mete la mano en el bolsillo del pantalón y saca el vial vacío. Lo huele mirándome y lo pone a mi lado sobre la mesa.

-          - Sigues siendo una patética idealista romántica, señorita Wallker… -Sube lentamente el cañón por mi vientre y sobre mis pechos-. - Leah, Leah... -jadea con cadencia- Ahora no te monitorizan. Elegiste el vial equivocado. -Saca el otro vial de su bolsillo. La opción secundaria. Lo abre y me lo acerca a los labios.

  El que me matará.

 





sábado, 8 de junio de 2024

The End... (Flashforward) (Parte 1)

 


Son las dos de la madrugada y estoy recorriendo las incandescentes y caóticas calles de Tokyo en un coche eléctrico de corte deportivo negro. Por primera vez, desde que me “alié” a Unitec, me han permitido hacer algo sola. Para esto he estado allí tantos años. Para esta noche. Mis manos recubiertas con guantes negros de cuero se adhieren con más fuerza de la que debieran al volante y mi corazón está a punto de estallar. Es un fallo en el que nadie parece reparar a estas alturas de la película. Todos nos arriesgamos mucho esta noche. El viejo el primero. El Sr Kiyoshi me está monitoreando completamente desde los Jardines Kyoto. Probablemente sentado en el mismo banco donde aquella noche el plan comenzó, en compañía de mi estimada maestra en El Pulso Rojo. Su recuerdo hace que mi mirada brille y me humedezca un poco más de la que ya estoy. Y eso me asquea. Ellos han jugado con las emociones reprimidas que he mantenido hacia él.. desde su traición y las han potenciado, para que caiga en la red que han tejido. Desean hundir a Overlooker y yo voy a ser su daga.

Me miro en los espejos cruzados que tengo sobre mi cabeza e intento recuperar algo del autocontrol que va desapareciendo cuanto más cerca del punto de encuentro me voy sintiendo. Un destello en mi ojo izquierdo, hace que me centre en seguir las indicaciones de la asistenta electrónica del coche. Mi rostro blanquecino está perfectamente maquillado. Como una de esas actrices de los años 40, mirada con un dramático ahumado negro, pómulos marcados y labios carmesís. Mi cabello negro, ondulado y suelto por fin, exuberante, cae sobre mis níveos hombros y se desliza sobre mis senos. El corsé carmesí potencia mi blancura de piel y eleva mis senos. Enmarca mi cintura y potencia mis caderas. La falda de tubo negra contornea mi silueta y su pronunciada abertura deja entrever el liguero negro que sujeta la blonda de mis medias. En mis pies, unos pronunciados tacones de aguja metálicos hacen que mis empeines queden prácticamente de una forma provocadoramente vertical. Como si de una decadente bailarina gótica, me tratara. Mis profundos y malditos ojos negros ya no pueden esconder más su fuego y en mi rostro se cincela una sonrisa forzada que contrasta, con la fragilidad que debo mostrar ante mi ex amante.

-          Hotel Grand Hyatt de Tokyo –me susurra con voz contenida la voz de la asistenta – Señorita Leah, ha llegado a su destino -. Ese nombre, mi nombre, vuelve a imbuir en mi cuerpo una excitación brutal. Reactivamente, mi cuerpo se yergue en el asiento de cuero blanco mientras reduzco la velocidad para comenzar el trayecto hasta mi destino.

Te lo debo. Decía su nota de su puño y letra. Hotel Grand Hyatt.

La imagen de su rostro y sus ojos grises llenos de deseo, aparecen ante mí, donde por un brevísimo instante de tiempo, parece acontecer en mi cuerpo, la petite mort, reactivamente.

Con un esfuerzo intenso de autocontrol, alzo la mirada y veo la imponente mole que tengo ante mí.  El Hotel Grand Hyatt. Con su estructura de obsidiana negra con forma de hache de un centenar de pisos. Cuyos contornos son recorridos por luces rojas de neón que enmarcan su silueta con movimientos constantes y sinuosos. Sonrío cínica ante mi homónima personificación.

Cuando un botones holográfico aparece a mi lado y me abre la puerta del coche, suelto el volante. Tengo las manos doloridas de la tensión contenida, pero el aire frío de la noche me devuelve al momento presente. Cojo el bolso de mano y cuando mis tacones negros tocan por fin el asfalto, su voz golpea mi oído izquierdo.

-          Señorita Leah, disfrute de su merecida venganza. Tenemos hombres cerca de ud, tan solo indíquenos la palabra en clave y la sacaremos de allí cuando haya terminado su misión. – breve silencio-. Si no, lamentaremos que deba utilizar la opción secundaria.

Recorro con mis guantes mis caderas y ajusto un poco más el corsé que apenas me deja respirar, enmarcando aún más mis senos, como sé que tanto le gustaba verlos, cuando me arrodillaba ante él. Subiendo lenta y sinuosamente las escaleras del hotel, mis labios repiten en completo silencio, la frase que hace dos años me lanzaste en aquella grabación. Cuando matabas totalmente empalmado con tus manos desnudas, a mi antecesora, mirándome a mí.

-          Voy a por ti.