lunes, 9 de marzo de 2009

¿Bailamos?


Mientras los demonios no dejan de azotarnos, o más bien, mientras permitimos nos azoten, nos vamos anclando a una imágen que no nos pertenece. Ni la deseamos, ni la queremos, y por los dioses que ni siquiera se nos semeja. Es entonces cuando todo comienza a desmoronarse. Nuestra verdadera naturaleza -la acojonada, la que degüella- sale a la luz. Brillan entonces sus ojos de bestia contenida y cuidado con lo que se ponga delante. Sobre todo si eres tú mismo. Una vez tiene el poder, atacará a lo más familiar y cercano que se le cruce. Y entonces por más que corras acabarás "bailando" en un cuadrilátero con guantes de boxeo, cara a cara con ella. Y no es que no sepas pegar, porque eso es algo innato. Todos sabemos golpear. Pero sabes que ella no usa las mismas armas que tú. Ella sabe herir. Sus armas son tus corrosivas debilidades. Los miedos que enmascaras ante los demás. Ante la luz del día. A la que intentas cabalgar semidesnudo al anochecer. La que te fornica cada hora de sueño cerrado, antes de que la tires para abajo al llegar el alba. Luchas contra lo peor de tí. Y amigo mío, no sabes un carajo de cómo va el baile. Luego llega el día, y la sociedad te obliga no sólo a esconderlo, sino a que la malees para adaptarse. Y por supuesto, una forma no va bien para todo su conjunto. Oh no! Es más, cada mini pieza desea específicamente una cosa en concreto -siendo generosos con su número-. Sino que te verás obligado a danzar un vals ante las balas. Y como permitas que alguna de ellas te roce lo más mínimo, ya estarás marcado de por vida para ella. Y te intentará dar caza una y otra vez, como el miserable animal herido que creen ver. El hedor de tu rastro ya estará entonces impregnado en su conciencia. Y tú, golpeado por ella, te arrastrarás, siguiendo el pentagrama que llevaba integrada la bala dentro de sí, y orquestará tu final como ser libre. Te pintarán unas rayas verticales en la nuca, a modo de código de barras, grabando en ellas la fecha en la que dejaste de ser , y te pasaste a llamar ellos. Ya estés en su bando o apartado, lo que fuiste lo perdiste. Ya no eres una amenaza. ¿Por qué ibas a serlo? Ya te has perdido de tal forma, que la rebelión se ha desvanecido súbitamente. Al igual que el último hálito de vida al fluir con tu rabia y tu pasión.

Ahora es el momento de dejarse ir.. lo sabes, es lo que te hace creer "tu nueva conciencia", lo empiezas a "sentir", casi ya .. lo deseas.. ¿pero sabes qué? La sociedad sólo es un conjunto de seres que dejaron de ser quienes eran. Así que ¿por qué cojones debemos ahora seguir a los caídos?

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